Y es que no nos perdemos una.
Allí estuvimos, no a primera hora como me hubiera gustado, para ver a Sidonie y Skalariak, los cuales hubieran estado mucho mejor a horas más profundas del día, y no tan de mañana, pero que vamos a hacerle. El caso es que llegamos a la zona de conciertos a eso de las dos, cuando ya finalizaba el concierto de los afroelectrónicos (por lo que pude oir) Tok Tok Tok, y comenzaban a tocar los grupos ganadores del Rocking campus (seleccionados según sus maquetas, y desde mi punto de vista, también su estilo) ya que según nos contaron varios punkis enfadados, Skalariak solo había tocado media hora. El caso es que los grupos seleccionados por el Rocking Campus, seguidos de los participantes del concurso Villa de Madrid, me parecieron excesivamente lineales, hasta un poco clónicos. Todo lo que me parecio escuchar pasaba por el hardcore y el rock «tirandohaciaextremo», salpicado de alguna tendencia pop.
A continuación el concierto de Christina Rosenvinge. Un concierto intimista y refinado, un bonito regalo delicadamente envuelto y en absoluto adecuado para el ambiente de calor, polvo, alcohol y fiesta que se respiraba (o te ahogaba) este día de San Isidro. Provoco que la pista se vaciase un poco de gente. Sin duda, Christina gana con la cercania y la nocturnidad
Pero todo cambió cuando comenzó el concierto de Ska Cubano. Avalancha de gente hacia el escenario, polvo de tierra y fiesta para un grupo que da lo que promete: Ska y Son a partes iguales, ron y caña, habano y marihuana, alegría y sentimiento el el sin ninguna duda mejor concierto de la tarde. Hubo bises ya que ni la organización ni Radio3 ni Javier Alvarez consiguieron que la gente se cambiara de escenario. Media hora más que suplió, tal vez con creces, la falta de duración de Skalariak.
Tras la pequeña fiesta era normal, que de nuevo el lugar se quedase grande para otro cantautor, Javier Alvarez, que excepto a un pequeño grupo de fieles no consiguió convencer a la gente de su importancia dentro del festival. Además el inicio de su concierto se vio afectado por problemas de sonido.
Tras Javier Alvarez, llego al hora de los valientes, del tango agarrado con la muerte en el filo de un facón. La Chicana, desde Buenos Aires, le puso una nota clásica y sentida al festival, tocando un palo a veces olvidado en estos tiempos, el tango más clásico y canalla, Arolas y Piazzola y Discepolo, y abrazos acabaos en cuchilladas, reforzando los ritmos latinos del día en variedad y calidad. Lamentablemente apenas pudimos escucharles un corto periodo, creo que apenas media hora.
Llegaba por fin el momento en que en Radio3 se radiaba uno de mis programas favoritos, Trebede, y llegaba por lo tanto la hora del folk menos clasificable. Tanto Susana Seivane como Emilio Rua dieron grandes recitales, demostrando que la musica de raices aún da grandes alegrias y mucha calidad. Pero de nuevo surge el problema, ni el lugar, ni el público (que en general ya pensaban en Hora Zulu y DefConDos) ni quiza la hora resultaban adecuados, y aún así, mantuvieron bastante gente en el escenario, y pusieron a bailar muñeira o danza irlandesa o algo a buena parte de los asistentes, con más o menos fortuna según el alcohol consumido.
Y finalizando este concierto, y aún sin entregar los premios villa de Madrid, yo me vuelvoa casa a acabar el puente metido en la cama y le paso el testigo a mi colega Quique. Kikazo, cuando gustes.