Viernes noche. Sala La Riviera. Sin mucha fe por lo que íbamos a encontrarnos, esperábamos a la puerta de la sala madrileña para entrar a ver a uno de los genios de la seis cuerdas, al bluesman albino, Johnny Winter.
A sus sesentaitantos, habiendo dejado la heroina tan solo hace un par de años, parece la viva imagen de la muerte. Según lo leído, aún tiene magia pero parece que se vaya derrumbar en pleno concierto. todo esto y más es lo que habiamos leído, oido y visto respecto a este artista, lo cual hacía que nuestras expectativas no estuviesen muy altas.
Una vez dentro de la sala, en el centro del escenario, una silla junto al micro. Ya sabíamos que tocaría sentado. Ufff…. no se podrá ni mover…..
Pero salieron al escenario dos tres músicos, batería, bajo y guitarra, y un maestro de ceremonias, que los anunció como la Johnny Winter Band, y empezaron a tocarse una intro instrumental bastante maja y ns tranquilizó un poco. Unos minutos después el maestro de ceremonias salió nuevamente y esta vez anunció lo que todos estábamos esperando: ¡¡¡JOHNNY WINTER!!!
Y vimos salir a un abuelete que parecía tener 90 años, ayudado por uno de sus técnicos, que recorría el escenario malamente hasta la silla que estaba en primer plano del escenario. Se sentó, miró al público, sonrió y comenzó a mover esos dedos esqueléticos sobre su guitarra… y se hizo la magia!!
¡¡Increíble!! Cuando comenzó a tocar y a cantar se nos disiparon todas las dudas que pudiéramos tener sobre su estado. Físicamente esta hecho polvo, pero el Rock y el Blues corren como fuego por sus venas y conserva una voz profunda y cuasi negra que no sabes de que parte de su arrugado cuerpo puede salir.
El guitarrista de acompañamiento no estuvo en la amyor parte del concierto y el propio Johnny demostró que sigue siendo uno de los mejores guitarristas vivos haciendo el solito todas las partes de guitarra de sus temas, desde las rítmicas a los solos.
Tocó un buen número de temas de su repertorio y versiones de clásicos del Rock y el Blues, como «Johnny Guitar» o «Hoochie Koochie Man», alternando temas más Blues clásico, con divertidos temas Rhythm&Blues, y unos cuantos trallazos de R’n’R genuino.
Casi al final del set, salió nuevamente el guitarra de acompañamiento, haciendo la parte más cañera del show, con las dos guitarras en el escenario, aunque la de Winter siempre llevaba la voz cantante.
Tras una hora y poco de show, el grupo se despidió, pero enseguida regresaron al escenario. El ir y volver parecía que podía acabar con todas las fuerzas que le quedaban al pobre Johnny, pero según se volvió a sentar, sacó el slide y con la banda al completo descargaron un par de temas aún más cañeros si cabe que el resto del show. En total, una hora y media de sonidos negros por el gran músico albino.
Una delicia de concierto si no hubiese sido por el lamentable sonido de la sala. La Riviera es la sala de mayor aforo de Madrid, pero adolece de un pésimo sonido. Y pese a llevar muchísimos años dando conciertos siguen sin mejorar la calidad del sonido. No puede ser que todos los técnicos de sonido sean unos ineptos y no sepan ecualizar. Es increíble que en un concierto de este calibre, por momentos pareciera que te iban a sangrar los oídos.
Si es la única sala de la ciudad que puede acoger conciertos de un aforo respetable y el sónido es tan pésimo, los músicos que vean que sólo pueden tocar en esa sala no van a querer volver a pisar Madrid.
Es vergonzoso. Pero eso sí, 25 euros por entrada no te los quita nadie.
Una idea sobre “Crónica: Johnny Winter (21-09-07)”
This is great info to know.